oggun

Es el dueño del hierro, un montuno irascible y solitario. Cuando los orishas bajaron a la tierra fue él quién se encargó, con su machete infatigable, de cortar los troncos y las malezas para abrirles paso. Vivía entonces en casa de Obatalá y Yemú, junto a sus hermanos Ochossi y Elegguá. Cuentan las leyendas que Oggún estaba enamorado de su madre, y varias veces la quiso violar, lo que no consiguió gracias a la vigilancia de su hermano Bará. Oggún se las arregló para conseguir su propósito, pero para su desgracia, Obatalá lo sorprendió. Antes de que éste pudiera decir nada, Oggún gritó: “yo mismo me voy a maldecir, mientras que el mundo sea mundo, lo único que voy a hacer es trabajar para Ochá...” Entonces se fue para el monte sin más compañía que sus perros, se escondió de los hombres y ningún orishá que no fuera Ochossi, su hermano el cazador, consiguió verlo. Trabajaba sin descanso, pero estaba muy amargado. Además de producir hierros, se dedicó a regar ofoché (polvos) por todas partes y el arayé (la tragedia) comenzó a dominar el mundo. Fue entonces cuando Ochún se metió en el monte, lo atrajo con su canto y le hizo probar la miel de la vida. Oggún siguió trabajando, pero perdió la amargura, no volvió a hacer ofoché y el mundo se tranquilizó. Hay quienes dicen que cuando salió del monte, Ochún lo llevó hasta Olorum, quién lo amarró con una cadena enorme. Pero eso es un cuento. ¿ Que cadena podía ser más fuerte que la miel de Ochún...?
Siendo el orishá mayor, hermano de Ochossi y Elegguá, es innatamente violento y astuto, en cuánto a acciones de guerra se refieren. Es el Dios de los minerales y las herramientas. Patrón de los herreros, mecánicos, ingenieros, físicos, químicos y de los soldados. Representa al recolector, el cazador solitario y andariego que vaga por el bosque y le conoce todos los secretos. Domina los misterios del monte como un brujo. Simboliza al guerrero comedor de carne, brusco, bárbaro y bestial, que va evolucionando al agricultor sedentario comedor de animales domésticos, viandas y frutos. Es el dueño de las llaves, las cadenas y las cárceles. Sus números son el tres y el siete en combinación. Sus días el martes y el miércoles, al igual que todos los cuatro (4) de cada mes. Está considerado como una de las personificaciones más antiguos de los yorubas. Sus colores son verde, negro y morado (borra vino)
En el Palo Monte se lo llama “Zarabanda”; en Kimbisa se lo conoce como Pungo Dibudi, cuando está unido a su hermano Ochossi; también se les nombra como Lufo Kuyio y Watariamba.
El nombre propio de Oggún, es Oyó Oggún. 

SUSCAMINOS son los siguientes: 

Oggún Onilé: como campesino, granjero y hacendado. Nace en Obbara Melli, y tiene 16 caminos, entre los cuales fue guardián de Olofi en su reinado imperial. Tiene todos los atributos que le corresponden al hombre de granja, entre los cuales figura la azada, la hoz, el machete, la trincheta, etcétera. No es tan justiciero como los demás, aunque tiene una muy buena afiliación con Eleggúa, la tierra. 

Oggún Valenyé: es un incansable labrador. Está continuamente blandiendo su machete para desmalezar el camino que ha de transitar su hermano Ochossi. Por este avatar tiene 21 caminos, y muy marcada está su euforia por la guerra, las disputas, las finanzas. Es compañero de Oyá, aunque se le atribuye también como esposo de Olosá. Maneja muy bien la hoz, el machete y las dagas, sus principales atributos. Come en una cazuela de barro recta, casi plana y alargada, la misma que se utiliza como fundamento. Su otá es de río, semicurvo, poroso, de color amarronado claro. 

Oggún Areré: el forjador del hierro, de los metales. Es el constructor y diseñador de las mejores armas de guerra y herramientas de trabajo. Hace milagros con el hierro. Conoce su dureza, y es diestro en el templado. Es muy solicitado para abrir puertas imposibles. También para cerrar o resguardar grandes secretos de la Regla de Ochá. Habitualmente se lo encuentra en las puertas de los Ilé como guardián. Tiene 37 caminos, de los cuales, su mayoría, presentan aspectos multifacéticos de la vida en la metalurgia. 

Oggun Oddé: cazador propio del paleolítico superior. Su destreza y fuerza bruta, darán idea acabada de cuáles son sus hijos, habitualmente tozudos, pero con ansias de aprender y no patear más las puertas, sino de abrirlas suavemente. De una hoja de metal, hacen un buen arma, y justamente colaboran en ello con su hermano Ochossi. Le construye trampas y buenas puntas de lanza y flecha. ¡ Dónde pone el ojo, pone la bala...! Es muy invocado para hacer justicia en contra de quienes obran mal, incluso, la misma ley del hombre. Toma abundante cantidad de cerveza, y limpia su boca con la manga derecha; luego hace su provecho. A nada le teme, y es el mejor protector de sus hijos. 

Oggún Aguanillé: es dueño de los montes y de los senderos de la manigua. Es muy compinche de Elegguá, y todo lo sabe, y todo lo ve entre las matas de su jurisdicción. Posee 23 caminos, y en uno de sus avatares es muy conocido como San Jorge. Es táctico y guerrero innato, y tiene el poder de interferir en contra de aquellos que provocan desórdenes entre las plantas de Osaín. Nace en tierra Takuá, y tiene atributos jerárquicos otorgados por el mismo Olofi, quién le encomendó el cuidado de los caminos que conducen a los jardines de su reino. Es muy invocado para casos de justicia y de demanda. Sus principales atributos son: lanza, espada, escudo, hacha y daga. Su otá se asienta en un caldero de hierro o brasero, acompañado de las herramientas de herrero. 

Oggún Alaguedé: negro montuno, irascible y brutal. Es el clásico soldado de las fuerzas de seguridad de una nación. También está asociado a la policía o guardia nacional. ¡ Con tal de sobresalir, va al frente por cualquier cosa...! Donde haya guerra, problemas o disputas, siempre estará presente. Es muy mujeriego, motivo por el cual no se sabe cuál fue su primera ni última esposa. Tiene 11 caminos, y su fundamento se consolida en un brasero de fundición, pues se dice: “ete hombre tiene candela...” 

Oggún Aroké Olukoló (Olokó): el recolector, campesino, granjero, agricultor, aldeano. Sería como el clásico “Robin Hood” yoruba. Defiende a los campesinos de los impuestos y los abusos desmedidos. No tiene piedad con aquellos que intentan despojar de riquezas o bienes gananciales, tras mucho sacrificio, a sus hijos. Exclusivamente se lo invoca para demanda y defensa de todo tipo de injusticias y abusos. Se lo asienta en una cazuela de barro, la misma que usa cuando se le sirve su comida. Tiene 19 caminos, y habitualmente no hable en el Diloggún, sino a través del até o tablero de Xangó, su inseparable amigo.

Oggún Echibirikí: celoso de Xangó por el amor de Yemayá, lo ciega la sangre y enloquece. Su ferocidad y arrojo no tienen igual en la tierra. Suele matar en accidentes automovilísticos o con heridas cortantes que no cicatrizan. Dice Orulá: ¡ Pero este hombre todavía no aprendió a diferenciar lo bueno de lo malo...! Es por ello que los babalawos suelen tenerlo asentado en la puerta de entrada a los Ilé. Tiene 7 caminos y sus atributos son aquellos mismos de los caballeros de la época de las cruzadas. 

Oggún Oké: dueño de los minerales de la montaña. Es quién provee la materia prima de todo lo que tenga que ver con el hierro y la metalurgia. Es protector de los obreros de fábrica, mecánicos o soldadores. Se dice que, nace en Obbara, pues es quién le dio al hombre la idea de hacer herramientas con el hierro. Así que, su fundamento, se constituye con todas aquellas llaves y pinzas necesarias para el oficio de la reparación. Prácticamente su okutá está constituido sobre una gran bigornia. 

Oggún Onira: el cuidador de las calles de los asentamientos de Regla. Desde la manigua hasta la casa de Ochá, nos encontramos con Onira y su terrorífico ejército, a cargo de proteger tanto a Babalawos, Iyalochas o Iyawos, cuando van a hacer sus “despachos”, ofrendas, o recolección de hierbas medicinales. Sus hijos pueden estar muy seguros con él, no obstante, quién se atreva a desafiarlo o desairearlo, puede ser muy trágico. Así también sus recomendaciones van para aquellos que intenten meterse donde no deben, pues es el único con dominio sobre ngangás de mayombe. Tiene 23 caminos y nace en Takuá, aunque muchos lo dan como Ijebu e Ijeyá. Su avatar tiene muchos años, y se calcula que fue traído en fundamento desde las Costa de Marfil. 

Oggún Oniré: el protector de las puertas de los Ilé. Casi compañero de Onira, es el cuidador de las espaldas de los hijos de Ochá dentro de sus casas de religión. Impide que cualquier peligro azote el recinto, o asome sorpresivamente. ¡ Si a Oniré no se le avisa quién viene, que Olorum se apiade de su alma...! Trabaja junto a su hermano Elegguá y a los Eshus Chiguidí y Alaroié. Tiene las llaves de hierro de las puertas de Ilé. Es poco compinche con Eggún, pues dice que a ellos siempre se le cuelgan los quiumbas, y después, “hay que sacarlos”. Por eso Oniré, siempre trabajará lo necesario. Tiene 49 caminos, y en su avatar suele ser compañero de todos los Elegguá. Se lo asienta en un cacharro de hierro o de lata, de aquellos de campaña. Su receptáculo de agua es una cantimplora. Sus armas son las mismas que lleve el orisha de cabeza de la casa; solo se le agrega, como al Avagán, una cobra de hierro en forma espirada, y una lanza muy puntuada y filosa. No usa caballo, pues tiene la misma prestancia que los guardianes de palacio, inmóvil pero atento ante presencias “extrañas”. Toma mucha cerveza negra y, su asado, deberá estar a punto. 

Oggún Avagán: el callejero, el que transita las calles de una ciudad, ruta o poblado. Siempre estará en movimiento, y nunca descansa. Es guerrero innato y defensor de todas las injusticias. Se lo suele convocar cuando hay que sacar alguna persona de prisión, que fuera encarcelada injustamente o de manera equívoca. Atiende todas las cuestiones de peleas callejeras, riñas, disputas, enfrentamientos armados. Es el protector de los policías y militares que van a combate o a cumplir con su deber. Tiene 36 caminos, y nace en Obbara Melli. Habitualmente es compañero inseparable de Yemayá, con quién se lleva de maravilla, y del cual tuvieron un hijo, llamado Okeleoró. Aunque su lugar o jurisdicción son las rutas transitadas, la gran mayoría de las veces se lo encuentra en las plazas, frente a los palacios de justicia, fiscalizando quién entra y quién sale. 

Oggún Afanamulé y Ogumbí: dos implacables guerreros de Obatalá que siempre están juntos, pues son sus guardieros de frente y de espalda, cuando tiene el orishá cabeza grande que aplicar la ley de Olorum. Ambos tienen 33 caminos, y nacen en Arará. Como van juntos, comparten sus atributos, y su otá está representado por dos caballos de hierro o cerámica, mostrando a uno brioso y al otro más tranquilo y pastando. Se los puede encontrar siempre cabalgando por las praderas verdes y lomadas. 

Oggún Aladá: el que guerrea junto a Yemayá. Al igual que Avagán, trabaja casi inseparablemente con la orishá del mar, aunque tiene más afiliación con Olokún que con ella. Los negros traídos en barco, primero le pedían a Aladá, y luego a Olokún, para el viaje a lo “desconocido” se concretase sin tropiezos. Lo mismo se sucede cuando hay que hacer un buen negocio en otro país distante a América. Principalmente que los papeles de embarco y de residencia o visa en otro lugar se hagan sin problemas ni traspié. No se conocen muchos caminos de éste gran guerrero, más que aquellos avatares provenientes de la época de la trata esclavista. 

Oggún Ñako Ñiko: es el inseparable soldado mano derecha de sus conquistas y batallas, el rey Oddudúa. Por tal motivo, los Babalochas e Ialochas, en sus inicios, lo tienen como asistente directo en todas sus defensas y demandas contra quienes le ataquen. Luego cede su lugar - aunque no desaparece - a los correspondientes en la puerta de entrada de Ilé. Es infatigable e incansable como el Avagán, aunque tan bruto y bárbaro como el Oddé. Tiene más de 30 caminos, pero sólo se conocen 27, de los cuales en su mayoría opera como paladín de la ley y el orden. 

Oggún Kobúkobú: es aquél que transita por todas las callezuelas pequeñas de la época colonial, que solo daban paso muy apretujado a las carretas de simple monta. También está asociado con aquellos conductores de carruajes costoso que servían para llevar a la nobleza del virreinato. Por tal motivo se lo emplea muy comúnmente como protector casi exclusivo de motoristas y camioneros. Él cuidará que uno llegue a destino sin traspié. 

Oggún Dalocha (Dagó Lo Ochá): el de los senderos del monte, del bosque. Con su ávida visión ayuda a su hermano Ochossi en la caza, revolviendo las matas con su lanza, haciendo que las presas vayan hacia él. Los hijos del cazador suelen asentarlo fuera del Ilé, para traer mayor cantidad de adeptos y feligreses a su casa de Regla de Ochá. 

Su nombre en lengua Fon es “Gu”; en Haití “ Papá Oggun”.

SU OKUTA: se confecciona habitualmente dentro de una cazuela de barro recta. Originalmente se usa un caldero de hierro de tres patas o un brasero, donde se asienta su Otá, que es una piedra de río de canto rodado de color marrón oscura granulada, con forma semicilíndrica de manera de simular el casco de un guerrero. La circundan siete caracoles marrón abiertos, siete monedas iguales de bronce, siete clavos de herradura, una herradura, una lanza, un escudo, herramientas de herrero, una espada y un machete. 

SU COMIDA: es un orisha de dendé. Se le ofrenda ritualmente un asado de tira que tenga siete costillas, cocido a la cacerola o al asador, rebozado con farofa (harina de mandioca batida en aceite de dendé) Se le sirve dentro de una cazuela de barro, en la jurisdicción que le pertenezca. Habitualmente suele presentarse o manifestarse en las grandes rutas transitadas de acceso a ciudades o capitales, parado al lado de algún gran pino, en los parquis hado. Gusta de cerveza negra y cigarro de hoja.

SUS ATRIBUTOS: por lo general todos los hierros: machetes, cuchillos, espadas, palas, picos, martillos, yunques, herramientas de mecánico y de metalúrgico, camiones, autobuses, automóviles, ferrocarriles, armamentos de guerra en general.

COLLARES: Cuentas verdes y negras alternas. Siete cuentas carmelitas claras seguidas de siete negras. En muchos casos viene dado de acuerdo a la casa. Cuando hay ebbó las cuentas son rojas y moradas. En otros tiempos se usaban colmillos de leopardo y también cuentas moradas. Una vez que se recibe el pinaldo (cuchillo de Oggún o caracol de Oggún) existe licencia para demandar. En el caso de los oriaté, se les incorpora cauríes. Los Iyawó hacia arriba, llevan una cadena de metal (achabbá) como pulsera, de una a tres vueltas sobre la muñeca derecha, de donde le cuelgan algunas de sus herramientas en miniatura: martillo y llave pico, hacha, machete, espada, flecha, yunque, pinzas, clavos de herrero y herraduras.

SU ROPA: en el hombro, una bolsa de piel de tigre adornada con muchos caracoles. Su ropa es de color morado, su gorro es aplastado y lleva en el cinto un largo festón de fibras de palma (mariwó), que simboliza la protección contra lo malo. Su bombachudo suele ser verde o negro, de acuerdo a la casa de Regla.

SUS BAILES: tiene dos mímicas: la belicosa, blandiendo un machete, y la laboriosa, que puede ser de carácter agrícola, cortando las hierbas con un machete artesanal, o al estilo del herrero, golpeando con un martillo. En el primer caso Oggún baila agachado, avanzando un pié mientras que arrastra el otro, como librándose de un machetazo involuntario. En el segundo caso, mimetiza la gesticulación del herrero blandiendo el martillo sobre el yunque.

CASOS QUE ATIENDE: problemas generales de justicia, o mejor dicho, de injusticias. Protege a camioneros, colectiveros, taximetreros y corredores que viajan por sus rutas, contra accidentes y robos. En cuanto a salud: pasiones desmedidas de todo tipo (por ser herrero domina el fuego); accidentes o heridas cortantes con hierro o balas; hemorragias sangrientas que tardan en cicatrizar.

MONTE Ewe: Su principal planta es la espada de San Jorge, o San Silveria verde, la que es muy habitual colocar cerca de la puerta de entrada a una casa, en el jardín o frente exterior de la misma, como protección contra ladrones o funcionarios del orden judicial. Otras de ellas son: caña santa, pata de gallina, yerba de la sangre, mora, pegojo, huevo de gallo, adormidera, anamú, romero, rompe saragüey, albahaca morada, palo manajú, ébano, cajuela, calalú, camagua, camarón, carbonera, cardo santo, abrojo amarillo, ácana, aguacate blanco, aguinaldo morado, ají chileno, cardón, cayumbo, pita, algarrobo, árbol de piedra, uña de gato, ayúa, bejuco moro, bejuco sabanero, caimitillo, coco, come caña, cuabilla, frijoles, genjibre, grajo, poroto negro, guano, jacuma, maíz, cebada, centeno, alfalfa, palo santo, rompe hueso, quebracho, paraíso, eucalipto, picha de gato, yerba del monte, pimienta negra, pinón lechoso, quiebra hacha, Tabaco, yuca y zarza mora. 

SUS HIJOS: son hombres impulsivos y, a veces, muy violentos, que no perdonan fácilmente las ofensas o desaires. Nunca abandonan el combate ni pierden las esperanzas. Son imprevisibles y difíciles de tratar, pero su franqueza y evidente sinceridad consigue que, generalmente, se olviden sus defectos. No son demasiado cautos, más bien confiados, lo que los hace muy vulnerables. Cuando pierden una batalla, se deprimen por largo tiempo, hasta volver a empezar. Habitualmente fracasan mucho en lo comercia, no así en lo sentimental. Son muy fáciles de convencer o de llenarles la cabeza, de distintos tipos de cuenteríos, lo que los hace engranar con facilidad. Por ello se dice: Akará egundé orun oggué, que significa: que el fuego no invada tu cabeza...

SU CATOLIZACIÓN: San Pedro, San Pablo, San Juan Bautista, San Miguel de Arcángel (Echibirikí), San Rafael Arcángel. En Oggún Areré, Santiago del Monte y San Antonio de Padua. En Oggún Onilé, San Antonio y San Juan Bautista.
Se sincretiza con San Pedro, el príncipe de los Apóstoles. Pedro era un pescador de Galilea que estuvo entre los primeros en seguir a Jesús. Al reconocerle como el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le respondió: “ Y yo te digo que tú eres Pedro, y que sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (Mateo 16, 15 y siguientes)” Según los Hechos de los Apóstoles, después de la resurrección predicó por Asia Menor, haciendo de Antioquia el centro de sus actividades. Fue preso, pero a la aparición de un ángel, las cadenas se desprendieron de sus manos y pudo escapar. Más tarde fue a Roma, donde construyó la primera comunidad Cristiana. Allí estuvo unos veinticinco años hasta que, eventualmente, cayó hecho prisionero y condenado a muerte. Fue crucificada cabeza abajo, según su propio deseo, porque no se consideraba digno de morir al mismo modo que Jesús.
En la mayoría de los cuadros, San Pedro tiene en las manos las llaves del cielo. Esto indica que su tradicional sincretización viene tras la representación con las llaves y el incidente de las cadenas, dos elementos de hierro típicos de Oggún. 
En Sudamérica, es más común notar su representación con San Jorge, un paladín de la justicia que tiene ensartado a en su lanza de caballero al dragón.